¿En realidad sonamos sino no nos apuramos a cambiar el mundo, porque después es el mundo el que lo cambia a uno?
Sí, pero no tanto. O sea, creo que a veces tienes que dejar que el mundo te cambie un poquito. Para querer cambiarlo es mejor conocerlo, dejarse curtir por él a pedacitos, porque si no lo conoces no vas a saber por donde empezar cambiarlo. Y eso te cambia la vida.
Es sencillo encerrarse en un rinconcito de la vida y decir que se quiere cambiar el mundo sin conocerlo realmente: sin verlo más allá del escritorio, sin vivirlo, sin sufrirlo, sin gozarlo o sin sentirlo.
Pero una vez que empezamos a conocerlo, la idea es nuna dejar de intentar conocerlo. Sino...Sonamos!
PD. No sé ustedes, pero a veces tengo miedo de que realmente sean sólo cosas de la juventud. No, ¿no? NO! =)
2 comentarios:
Salud
Siempre están los que ven con buenos ojos dejar los deseos de cambio, que los mismos son cosas de la juventud, como aquello de «Un joven de menos de 25 años que no sea socialista no tiene corazón; uno mayor de 25 que sigue siéndolo no tiene cerebro» (Émile Herzog).
Aunque sí, tiene razón en el "dejar que el mundo te cambie un poquito", en gran medida eso es la experiencia. El problema es cuando ese poquito se traduce en derrotismo, en la aceptación del mundo en que vivimos, y finalmente, en querer aprovecharse de dicha situación (lo que le pasa a los dos caballeros en la primera viñeta de la recortada tira de Mafalda que ilustra esta entrada).
Hasta luego ;)
Tienes razón... acabo de ponerle la caricatura completa. Ayer por el zzueño se me escapó.
Gracias por la visita por aquí también!
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