02 noviembre 2009

La hija y la luna

La luna llena siempre tiene historias. Románticas (en todos los sentidos de la palabra), melancólicas, depresivas, terroríficas, eróticas... ¿ninguna es feliz, o es que estoy viendo un mundo ensombrecido por algún artificio del que soy víctima de nacimiento?

La luna llena para mi es una guía, del camino que aun no existe, o que aún no conozco. El recuerdo de una niña de nueve años caminando a tientas por lugares desconocidos, sin más guía que la luna y la confianza traducida en una mano apretadando la mano de mamá y otra del guía, o de quien había que creer que guiaría la hora y media de caminata nocturna hasta llegar a nuestro campechano destino.

Hoy en mi Lima, la gris, preciosa, tugurizada y "culturizada" (como me dijeron hoy), la luna llena brilla más llena que nunca. ¿Y eso? Vaya usté a saber, que la luna es mujer y de las más complicadas. A mi la luna me trae recuerdos. Muchos, un montón. Recuerdos de cosas que pasaron, de cosas que pasarán y de cosas que me gustaría que pasen algún día, aunque sea un ratito.

Hay canciones de luna, muchas: desde la luna lunera cascabelera hasta la cincuenta versiones de Dancing in the moonlight, pasando por (qué feo recuerdo), la "luna" de Ana Gabriel (si usted no la ha escuchado, ni la busque, a menos que tenga tendencias masoquistas o intente hacerle pasar un mal rato a alguien).

A mi me gusta esta, la de Mecano, la de la Torroja, y no porque me recuerda una noche de luna, sino una madrugada de lluvia, aguacero torrencial (como la Torroja) y una de las primeras últimas despedidas de papá. Y me recuerda que los recuerdos más tristes también uno también se los fabrica, con toda la irresponsabilidad del mundo.

2 comentarios:

Miguel Angel Vallejo Sameshima dijo...

Justo ayer veía esa luna amarilla gigantesca. Como los elementos (agua, tierra, aire, fuego, en sus infinitas formas), es de esas cosas que están ahí y han estado desde demasiado tiempo atrás y estarán hasta dentro de demasiado tiempo. Demasiado para nuestra medida, ¿26 años?, ello no dice nada viendo a la Luna.

Y estos elementos, junto con la Luna y los demás cuerpos celestes, no son, sin embargo, eternos ni sempiternos. Pero su apariencia de eternidad da un sentido colectivo (todos estamos rodeados de ellos, en ellos, bajo ellos, entre ellos, todo a la vez), y de ubicación en nuestra infinitesimal presencia en este mundo.

Metáfora, diosa, forjadora de leyendas y mitologías, la Luna tiene el encanto del lenguaje del hombre antiguo: no es la representación de un dios, es el dios y la cosa.

Jomra dijo...

Salud

Me ha gustado mucho la entrada. Luna lunera, tanto y tan poco. Discrepo, eso sí, con el tema de las historias, las románticas (de todo tipo) y melancólicas guardan en sí relatos de felicidad. La Luna no necesita lo explícito, brilla con luz de otros, las historias felices, alegres, con la Luna de por medio, están ahí, latentes, son reflejo de otras historias...

Pero me salgo del tema.

Hasta luego ;)