Mio, todo mio. Noviembre se caracteriza por pasar casi desapercibido entre los comerciales de panetón y las cuentas que uno hace para tratar de regalarle algo a todos los que quiere (o dice querer). Noviembre para mi nunca ha existido, ha sido siempre la continuación del turrón de octubre que se abre paso entre las primeras caritas de Papá Noel que aparecen en el mercado.
Pero este año me propuse hacer que exista. Y a la par de aderezarlo con el primer mes de mudanza, y todo lo que ello conlleva (aprendizajes superpuestos que le llamo), toca volver a viajar a un lugar que de mi depende rescatar mis mejores nostalgias y ponerle algunos puntos de color en medio del paisaje perpetuamente decorado en una preciosa escala de grises. Regresando toca escuchar al gran Juan Carlos Baglietto, a cantar que solo se trata de vivir (esa es la historia), tratando de tirar una moneda al aire...
Ah... yo quiero que este noviembre exista, y está existiendo. Lo estoy haciendo existir. He jurado solemnemente no quejarme de la existencia del lunes, ni del domingo, sino procurar hacer divertidos los días de la semana, que al final son tan poquitos que apenas se dan tiempo de existir los pobres, y tienen que recurrir a la repetición perpetua.
Y noviembre me espera hace meses con esto esto, con la oportunidad de gritar, entre otras cosas, "I wanna breathe that fire again" como se debe.
Una del posible set list... queda.
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