09 marzo 2009

Un libro feliz

Tenía necesidad de un libro feliz. Ojo, no de Cohelo, ni El Delfín, ni la Vaca, ni el Queso, que esos para mi no son felices, sino adormecedores.

Sucede que presento un cuadro de saturación de muertes, misterios, asesinatos. Del ser humano en sus fases más sublimes y más perversas. De la soledad, del vacío. Del mundo emo con caché, nunca llamado emo porque no era apropiado o porque cuando se escribió el libro la palabreja no estaba de moda. Y fue una (pesimista?) revisión a parte de mi biblioteca la que me llevó de la mano a Crisol en busca de un libro donde sus protagonistas no sucumbieran ante la melancolía de todo aquello que les es ajeno, cuasi cantando que "no hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió", con Sabina. No pues. Yo buscaba literatura... digamos... 'feliz'.

Y entonces sucedió. A lo Kevin Arnold, un amigo puso en mis manos un libro cuya contratapa decía lo siguiente: "Conejo de viaje es un libro feliz, recopilado de varios cuadernos felices". Liniers vino a mi rescate. 'Maaanya' me dije. Sonreí como cuando en mi primer Halloween, disfrazada de... (que importa) se llenaron mis espectativas (y mi bolsa) de caramelos. Pero como no todas las historias pueden ser taaan felices, los 59 soles que marcaba el libro, me arrancaron la sonrisa, pero no la sensación.


Al final salí con mi lista de pendientes aumentada en uno, y con "Macanudo" (la 01) y "Rosario Tijeras" en la cartera. Vaya con lo volátil que fue el significado de 'literatura feliz'. Pero fue una compra feliz, a pesar de todo. Como casi todos los días perfectamente reales de la vida.

1 comentario:

Jose Alejandro Godoy dijo...

Liniers, uno de esos descubrimientos de estos años. Gracias a tres amigos lo descubrí, me devoré por lo menos dos Macanudos y claro, también he revisado Conejo de Viaje, un libro que espero pronto adorne tu biblioteca y lo puedas leer en las alturas de extremo occidente o donde vayas.
Esta interesante el nuevo cuadernito, ojalá lo puedas seguir actualizando cuando puedas.